martes, 20 de noviembre de 2012

La Desustanciación y Cosificación de la Mujer


PRADO ESTEBAN: LA DESUSTANCIACIÓN Y COSIFICACIÓN DE LA MUJER
De: elproyectomatriz.wordpress.com.

Nota: Un poco extenso pero bien vale la pena (Gloria H.)


 “Quien se hace esclavo de los hombres, se hace antes esclavo de las cosas.” EPICTETO

VERSIÓN EN ESPAÑOL:


                              

LA AUTORA

PRADO ESTEBAN DIEZMA

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Mis orígenes se enraízan en la estribación más occidental de los Montes de Toledo, donde mis abuelos rompieron el monte y se establecieron, a principios del siglo XX, en aldeas minúsculas, en tierras agrestes y feraces que nunca habían sido cultivadas. Mis padres abandonaron su matriz buscando en la ciudad, en Madrid, un quimérico progreso que fue puro espejismo y naufragio vital.

Mi biografía ha estado, por eso, fragmentada entre los recuerdos de mi infancia y la insaciable acometida de la modernidad, fraguándose en una lucha existencial que, tras muchos avatares me condujo de nuevo al reencuentro con mis raíces en la forma de recuperación del sentido esencial de la vida y de la feminidad original de mis ancestras, una feminidad poderosa y enérgica, creativa y valiente que deseo rescatar para mí misma pero, sobre todo, para mis hijas.

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La maternidad ha sido, desde siempre, un ideal de vida para mí, un aspecto concreto y parcial, pero insustituible, de mi vínculo con el mundo, con la idea de futuro y el anhelo de trascendencia, nunca la he concebido como una vivencia gratificante o placentera pues me parece que eso sería degradar algo que pertenece a otra dimensión, la de los grandes problemas humanos.

He sentido un dolor intenso al presenciar cómo la generación de mi madre y mis tías repudiaban sus propias vidas, dedicadas a otros antes que a sí mismas, y reescribían su biografía para someterse al ideario del egoísmo universal propio del feminismo de Estado (aunque ellas no lo practican), al ver a muchas mujeres de mi generación y más jóvenes, renunciar a sus propios proyectos acobardadas ante la furiosa propaganda de los aparatos de adoctrinamiento y el ostracismo social a que se enfrenta quien los contradiga. Me he sentido herida al contemplar a muchos hombres avergonzarse de su masculinidad, haciendo de la negación de sí mismos su forma de estar y vivir con las mujeres. Me he sentido humillada al recibir por la fuerza de la violencia estatal, horribles privilegios como los que otorga la Ley de Violencia de Género, en contra de mis principios que me llaman a hermanarme con mis congéneres masculinos y practicar la igualdad en todas las cuestiones de la vida.

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Como madre de tres hijas, a menudo he soportado el menosprecio de muchos y muchas, la insinuación de formar parte de un modelo retrógrado de mujer, el agravio de leer repetidamente que el número de hijos está en relación inversamente proporcional al nivel cultural o que las madres de familia numerosa lo somos por falta de autoestima y capacidades para orientar nuestras vidas.

He estado comprometida desde muy joven en proyectos políticos y culturales de diverso tipo pero siempre vinculados a un ideal revolucionario, al bosquejo de una gran subversión que acabara con un modo de vida sustentado en el egoísmo y el interés particular y que constituyera una sociedad de justicia, convivencia y amor, de libertad y ascenso de lo humano. La observación del fracaso de muchos de los movimientos y experiencias en los que he participado, de su desviación hacia posiciones de compromiso con el poder constituido o su vaciamiento y disolución por falta de proyectos me ha demostrado que si no se constituye un cuerpo de ideas suficientemente fundamentadas que sean capaces de competir con el aparato de adoctrinamiento, el sistema de dominación de la mayoría por las minorías será eterno.

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Esta tarea la he acometido como una obligación personal para la que no estaba preparada previamente, soy autodidacta, no tengo título universitario alguno pero creo que todos y todas hemos de asumir la carga de nuestra emancipación y las tareas necesarias para ella.

He trabajado especialmente la cuestión femenina, la denuncia del feminismo de Estado y de la androfobia, la maternidad y la educación y la fundamentación de la lucha antimilitarista. Llevo un blog “MUJER, VERDAD Y REVOLUCIÓN SOCIAL”, en el que vuelco las reflexiones y los trabajos elaborados. He publicado diversos artículos sobre la educación en la primera infancia y la crianza en las revistas “Guix”, “Infancia”, “Al Sur” y “Maestra de Infantil”. Soy coautora del libro “Pensar el 15-M y otros textos” y “Feminicidio y autoconstrucción de la mujer” (de próxima aparición).  Asumo la codirección de la revista “Estudios. Revista de pensamiento libertario”, una publicación de investigación y análisis vinculada a la CNT, sindicato en el que milito.

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“Las revoluciones no son hijas del estómago, son hijas del pensamiento.”

SOLEDAD GUSTAVO

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COMPROMETERSE, REHUMANIZARSE Y EMANCIPARSE

LAS MUJERES Y LA REVOLUCIÓN

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“El hombre conquistó el mundo de las cosas pero con un gran riesgo para su alma.

Ha terminado por cosificarse. Él mismo se transformó en cosa.”

ERNESTO SÁBATO

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Como cada 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer) el bombardeo mediático-institucional entona, monótona y maquinal, la obsesiva letanía sobre la única y verdadera religión de las mujeres. Nadie cree ya en ella, pero nadie alza la voz contra la doctrina devenida en Confesión de Estado. Todas y todos cumplimos, ritual y mecánicamente, con la observancia de la liturgia sexista impuesta por las instituciones. Como el catolicismo durante el régimen de Franco, el sexismo político feminista se ha convertido en una pústula que emponzoña, por un lado, la vida social que se derrumba en la hipocresía y en el guardar las apariencias, y por otro, a cada uno de nosotros convertidos en seres encogidos, pusilánimes y serviles.

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Pero no se trata de reprobar la miseria moral y existencial de estos tiempos, escupir reproches y sarcasmos o exhibir una refinada misantropía, no hay nada de revolucionario en ese espíritu “crítico” y catastrofista, al contrario, como suele suceder con lo excesivo, el hipercriticismo es uno de los cimientos que sustentan el propio sistema. Si aspiramos a una acción transformadora, a la existencia de la revolución, al menos como proyecto, hay que aplicar la recomendación de Spinoza:

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“Ante las cosas humanas, ni llorar, ni reír, ni indignarse, COMPRENDER.”

SPINOZA

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Es ese entender y penetrar lo real, el meollo auténtico de la acción revolucionaria en el presente. Pues bien, los hechos son que las relaciones entre las mujeres y los hombres están gravemente dañadas por la política de género del Estado y que, con ello, toda la estructura de las relaciones socialeshorizontales se está desmoronando.

En ese contexto el sujeto medio, igual si es mujer o varón, se torna extremadamente débil e inseguro pues carece de redes y apoyos no sólo para relacionarse y socorrerse sino también para recibir los conocimientos socialmente construidos y aprehender lo real pues, dado lo limitado de la naturaleza humana, solo es posible acercarse a la multiplicidad y complejidad del mundo por la aportación de muchos.

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Las mujeres, además, recibimos una cuota extra de ideas, conductas y formas de existencia dañinas a través del sexismo político, con ello se pretende que aprendamos a amar las cadenas y detestar la emancipación lo que explica que estemos desapareciendo de la brega por regenerar la sociedad y componer la oportunidad de una transformación revolucionaria.

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Hemos perdido en primer lugar la más sagrada de las libertades, la de conciencia porque el permanente bombardeo de consignas está destruyendo en nosotras el pensamiento reflexivo. La imagen mental del mundo y el juicio sobre éste es sustituida por informaciones procesadas por la otra parte (1), vivimos así en la irrealidad y completamente manipulables.

Una de las más torcidas maniobras de desustanciación de la mujer es la reescritura de la historia que ha realizado el feminismo haciendo buena la profecía de Orwell, pues es muy cierto que:

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“Quien controla el PASADO, controla el FUTURO,

quien controla el PRESENTE, controla el PASADO.”

GEORGE ORWELL

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Legiones de reclutas teóricos han construido un mito sobre el patriarcado que ignora la realidad fáctica, concreta, temporal e histórica de éste, da origen a una fabulación sobre nuestro pasado que se presenta como una suma de horrores y sevicias, de ferocidad y encarnizamiento hacia la mujer llevada a cabo por los varones. Ello tiene dos resultados de enorme destructividad, por un lado impone a las mujeres creer por fe una narración nunca demostrada, hecha de afirmaciones no verificables, datos descontextualizados o falsificados y consignas y órdenes, un relato que, en muchos casos, niega incluso su propia experiencia y exige a la mujer reinterpretar su biografía según el canon de la ortodoxia institucional.

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La obligación política de vivir en la mentira intoxica la psique, reprime de forma brutal e inmisericorde el juicio autónomo, nos aleja del mundo real y nos confina en un universo de ficciones y novelerías.

Por otro lado, puesto que todo lo que queda atrás es el mal, estamos forzadas a adherirnos alsistema presente que, al ser su negación, se justifica como el bien. Con ello se realiza un proceso deaculturación de masas al obligarnos a negar en bloque la tradición, es decir, la historia y la cultura de las clases preteridas, y acusar al pueblo de ser el reservorio del machismo y la violencia contra la mujer. Esto nos convierte en personas desarraigadas, compelidas a romper el vínculo con las generaciones pasadas, escupiendo sobre nuestros ancestros y vaciadas del sustrato cultural heredado, haciéndonos seres aislados de forma trascendental, sin raíces, desestructurados, sin sentido de pertenencia, avergonzados, débiles, desamparados y con una identidad tan frágil que es completamente maleable.

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De este modo queda la mujer sumida en la confusión, la inseguridad y la parálisis; vaciada y preparada para ser reconstruida según los designios del poder. Se nos hace mucho más permeables a todas las formas de adoctrinamiento y manipulación mental que hoy son múltiples y de una eficacia aterradora, algunas diseñadas específicamente para nosotras (2).

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“Sin calidad del sujeto no podemos abordar las transformaciones

tan complicadas y tan largas que se necesitan.

La debilidad de las luchas de todo tipo y de las acciones anti orden constituido

se manifiestan mucho por la baja calidad del sujeto.”

FÉLIX RODRIGO MORA

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Más este proceso no se impone únicamente a través de las armas metafísicas de las ideas, la modernidad ha hecho toda nuestra existencia regulada y dirigida desde fuera. La mujer vive entregada al trabajo asalariado con el sentimiento de que es el único camino a su liberación. Así, una actividad que Aristóteles consideró una forma peculiar de esclavitud, y de la que Simone Weil dice que es tan demoledora para la psique humana que solo se puede soportar si se renuncia al pensamiento, se legitima y se expande.

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El trabajo a salario, prácticamente en su totalidad, es destructivo y cosificante, la mujer no solo no puede emanciparse por él, sino que es anulada y triturada en lo más esencial. La rutina laboral es una pedagogía para interiorizar el  hábito de ser gobernadas desde fuera, dar carta de naturaleza a la jerarquía como forma más acabada del orden social, poner el dinero y lo monetario en el centro de la vida y renunciar a toda iniciativa personal en cualquier ámbito de la existencia. Frente a este sujeto encogido y dócil, la empresa cobra un poder inmoderado, las trabajadoras quedan en manos de sus jefes y jefas hasta en las cuestiones más íntimas y privadas.

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